Relamiendo los restos de alquitrán que han quedado adheridos a las suelas metálicas, percibo el olor sin corriente eléctrica existente, los receptáculos no responden al llamado natural.
La percepción cotidiana y normal dentro de lo dicho se contorsiona cual bambú enmohecido, extraña descubrir que la normalidad cambia de sentido.
Los recuerdos holográficos se tornan inexistentes y un sentimiento protector y desentendido, distante, posee a los bultos de carne rubicundos.
Empaparlo todo con alquitrán y agua foso estancado, para poder percibir la claridad de los hechos.
Oscurecerse sobre el reflejo tenue de las lámparas halógenas. Sí, veo, veo como en aquél balcón colonial se presentan sin recato las figuras ascendentes de dimensiones fácilmente calculables que he formado con esperma tibia, he hecho perfectos montículos grasientos que contrastan con los descubiertos músculos fibrosos y con el estupor que le causa el no encontrar las reacciones predeterminadas, acordes con el instinto, que se espera afloren tempranamente.
Hay austeridad en los pensamientos y reacciones. Que con desparpajo se muestran recatadas como esperando no transgredir nada.
Una ilusoria misión. Innecesaria, pues con la transgresión primera basta.
Videncia
Cuesta trabajo darse cuenta que ser bidente es uno de los signos.
No vale tumbarse las piezas dentales sobrantes, pues esta condición, si bien es innata, puede desarrollarse gracias a impulsos eléctricos específicos. Que se originan espontáneamente desde los lóbulos hasta las encías.
Luego todo es bastante claro, todo está conexo:
Ese punto rojo a través del cual veía figuras opacas, como espectros, reales e imaginarios. Con toda la simultaneidad posible. Rebosante.
Un punto compuesto por amalgama de puntos o por convite de nervios.
Es una rareza también, como una de esas marcas de nacimiento, el signo de los elegidos (autoelegirse es la forma)
COCINAR EN FOGONES DE LEÑA SINTÉTICA
INSTRUCCIONES Y EFECTOS SECUNDARIOS:
Recoge castañas rojas y calientes que encuentra entre las cenizas que bordean el camino asfaltado marrón, el olor de los limones penetra por los poros de su brillante cuero que ahora se torna escarlata, como esos conspicuos seres de sangre fría cuya supervivencia depende únicamente de las cenizas y trozos de carbón tibios. Una constante búsqueda generada por la imposibilidad de crear fogatas.
A. Degrada
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